martes, 22 de diciembre de 2009

Sobre el 10 de noviembre: Alan Moore


Algunos remisos a dar su opinión, otros, entusiasmados ante la perspectiva de hablar de un tebeo, algún otro que exigía un poco de respeto: “Vale que no lo llames novela gráfica, pero esto no es un tebeo es un cómic”, alguno no pudo terminar de leerlo ya que “aunque tiene un guión bien construido, ingenioso, me genera algún tipo de resistencia que me impide seguir leyéndolo”, la sesión de Novelantes sobre Watchmen sirvió para recuperar a una vieja novelante, estudiante de la Escuela Joso, y atraer a una nueva “que no había leído el tebeo pero le daba buenas vibraciones” (¡bienvenidas!).
Se esperaba polémica sobre si es merecida la fama de este cómic, pero hubo acuerdo en que Moore batió unas cuantas corrientes filosóficas y numerosas citas literarias para impresionar a una crítica que hacía ya años que vapuleaba al “género del cómic” como si de un vulgar villano se tratara: la teoría de la relatividad conectada con Nietzsche; el recurso al “tiempo circular”; la presencia de William Blake con su “utilización de la simetría en la composición de las viñetas” y con la trama… Pero quizá no tan profundamente como los fans de Moore pretenden, sino de una manera un tanto “superficial”, estéticamente espectacular, con el fin de que Watchmen lograra la superheroica gesta de machacar a la crítica de un certero derechazo.
Lo consiguió, no sólo con golpes de efecto basados en referencias filosóficas y literarias, sino partiendo de la sobriedad de la “composición de rejilla típicamente europea, con mucho diálogo, sin onomatopeyas”. La discusión de si era un cómic europeo o americano se zanjó rápido: “La composición recuerda mucho a la de los cómics clásicos de superhéroes americanos, y, aunque utiliza muchos colores neutros, la importancia de los colores primarios es evidente”. Fue el resultado de la libertad creativa que DC le dio a Moore, y que él y Gibbons, que aportó ideas como el Smiley, supieron aprovechar al máximo. De todas maneras, alguna de las exigencias de la editorial, como que tuvieran que hacer un determinado número de páginas cuando Moore ya tenía construida la historia, acabaron de conformar Watchmen como lo que es, ya que tal exigencia desembocó en la famosa historia de piratas insertada en el cómic y también en los apéndices, para algunos “de lo mejor” de la novela.
Unos confirmaron su devoción: “Tiene varias lecturas, siempre me sorprende”; otros quedaron decepcionados: “Mezcla demasiado, hay demasiadas referencias y recursos gráficos, se hace farragoso”. Quizá sea verdad que esta novela de ciencia ficción, “una ucronía que plantea qué sucedería si existieran súper héroes de verdad”, a ratos de género negro, resulte rimbombante. Sin embargo, es innegable un gran logro de Moore (y en esto ha creado escuela): construir personajes diferentes a los súper héroes tradicionales, seres humanos embutidos en trajes multicolores, con sus miedos, sus amores, correspondidos o no, sus esperanzas y frustraciones. No deja de ser irónico que para vencer a la crítica que tenía, desde hacía décadas, un pie en el cuello de los superhéroes, Alan Moore se sirviera de personas de carne y hueso. Y después de todo, sólo queda preguntar: ¿quién vigila a los Novelantes? En la próxima entrada, revelaremos sus siguientes lecturas...

martes, 3 de noviembre de 2009

10 de noviembre: LA novela gráfica


Se dice que Watchmen es LA novela gráfica, pero ¿por qué no lo son el El eternauta o Mort Cinder de Oesterheld y Breccia, El contrato con Dios o Viaje al corazón de la tormenta de Eisner? Quizá sea porque la ucronía de Moore y Gibbons es el único cómic que ha conseguido un premio Hugo o que ha estado en la lista de los 100 mejores libros de habla inglesa.
¿Es Watchmen un cómic de superhéroes o una obra de ciencia ficción? ¿Es un cómic americano o europeo? ¿Es una novela gráfica, un cómic, un libro o el elaborado storyboard de una película? ¿Realmente tiene valor literario, a pesar de estar contado con viñetas, o simplemente se trata de un cómic de superhéroes con pretensiones? ¿Merece haber estado entre los 100 mejores libros de habla inglesa o se coló en esa lista como resultado de una operación de la industria del entretenimiento norteamericana?
A Alan Moore le resultó fácil, allá por los años 80, llamar la atención con Watchmen, retratando a esos personajes familiares, los superhérores, desde una perspectiva diferente. Así lo confiesa en una entrevista emitida en la BBC en el 2007 dentro de la serie Comics Britannia:



Estemos ante un cómic de superhéroes con pretensiones o ante uno de los 100 mejores libros de habla inglesa, Watchmen tiene varias lecturas, muchas. Y al leerlo por segunda vez, no puedes evitar pensar que cuando el inspector dice, al final de la primera página, “Es toda una caída” se refiere no sólo a la muerte del Comediante, sino también a la de Rorschach e incluso a la de la civilización occidental:
Seis primeras viñetas: Contrapicado desde la acera de un rascacielos hasta la ventana con cristales rotos de uno de sus pisos más altos. En la acera un operario limpia la sangre de alguien que cayó desde la ventana y un loco apocalíptico camina portando un cartel que dice: “El fin está cerca".
Textos:
Diario de Rorschach. 12 de octubre 1985: Un perro muerto en la calle esta mañana. Marcas de neumático en su estómago destrozado, esta ciudad me teme. He visto su verdadero rostro. Las calles son arroyos, y los arroyos están llenos de sangre… Y cuando los desagües se atasquen, todos los gusanos se ahogarán. Toda la inmundicia de su sexo y violencia hará espuma a su alrededor, y todos los políticos y prostitutas mirarán arriba y gritaran: “¡Sálvanos!” y yo miraré abajo y diré “no”. Tuvieron su oportunidad, todos ellos. Pudieron seguir las huellas de buenos hombres como mi padre, o el presidente Truman… hombres decentes que creían en la paga de un día por el trabajo de un día. En vez de eso, siguieron los pasos de libertinos y comunistas, sin darse cuenta de que el camino llevaba a un precipicio hasta que fue demasiado tarde. No me digas que no tuvieron su oportunidad. Ahora el mundo está al borde del infierno, todos esos liberales, intelectuales y charlatanes… Y de repente nadie puede pensar en algo que decir.
Séptima y última viñeta:
Un inspector de policía contempla la perspectiva, todavía se vislumbra — la acera está lejos, estamos en uno de los pisos mas altos de un rascacielos de Manhattan— cómo están limpiando la sangre con una manguera.
Texto:
Es toda una caída.
Alan Moore, Watchmen
Si dejáis prejuicios aparte y os animáis a disfrutar de la lectura de la magna obra de Alan Moore, lo único que tenéis que saber es lo siguiente: “Quedan doce minutos para la medianoche.”

Más sobre Moore en:
  • Watchmen, un artículo de Yeray-Muad'Dib. La página web de este diseñador incluye un completo estudio de Watchmen en el que destaca el apartado dedicado a la técnica: dibujo, color, planificación…
  • Wiki dedicada a Watchmen. Una muestra del furor que sigue despertando la serie y que ha generado la reciente película. A esta wiki hemos llegado a través de la apabullante entrada dedicada a Watchmen en la Wikipedia, mucha pero mucha gente, muchos fans, se han ocupado de que sea tan deslumbrante.
  • Alan Moore en Guiadelcomic.com. Buscad en la sección de cómic norteamericano de esta guía, no hay un apartado dedicado a Watchmen, pero sí a otros cómics de Moore: V de Vendetta, La liga de hombres extraordinarios, From Hell, Tom Strong…
  • Alan Moore Fan Site. Noticias, concursos y mucho más en este sitio dedicado al guionista más barbudo de la historia del cómic (en inglés).

domingo, 25 de octubre de 2009

Sobre el 13 de octubre: Amin Maalouf


Del Imperio Bizantino y la Asia Menor del siglo XI al Afganistán del siglo XXI, hasta allí nos llevó el viaje que partió de Las cruzadas vistas por los árabes: “Lo que más me ha llamado la atención de este libro es comprobar que hayan pasado tantos siglos y estemos igual.” ¿Igual? “Ahora sucede al revés, es en el lado occidental, en EEUU, donde hay una sensación de resquebrajamiento, se puede ver en las últimas novelas de Updike, que un escritor como él llegara a esos extremos es el síntoma de una época.”
Cómo nos han manipulado los estadistas de todos los tiempos: “El libro retrata un ejemplo acabado de formación de masas. El papa Urbano II supo conminar a los cristianos en pos de un objetivo inalcanzable, sin recompensa, en el que incluso arrastraron a sus familias. Con eso se entienden incluso los episodios de canibalismo, el primer impulso de los cruzados era arrasar, crear un montón de muertos a costa de su propio beneficio, de perder esclavos. Fue la primera vez que se hizo una política de masas, se inventó una masa contraria, amenazadora”. Esa historia nos suena, pero ¿y la literatura?
Como el propio Maalouf, que siempre acaba hablando de geopolítica, aunque tenga que ir aclarando, como hizo con Lluís Amiguet, “Yo no hablo en nombre de los árabes”, apenas hablamos de sus libros. Debatimos si escribe a lo árabe a o la europea: “En occidente, se acostumbra a contar historias siguiendo el eje planteamiento, nudo desenlace. En tests de percepción se ha comprobado que los árabes ven cada elemento en el espacio como algo independiente, como historias separadas, y eso podría explicar que narren de manera diferente. Así escribe Naguib Mahfouz. Maalouf escribe siguiendo ambas tradiciones, tiene esa dualidad, quizá porque es un producto entre dos aguas. León el Africano es la más árabe de sus novelas, pero ésta la ha escrito a la occidental”. Surgió algún comentario sobre adjetivación: “El autor juega conscientemente con los adjetivos, adjudicando los aéreos, los que denotan gracilidad, a los árabes, y los que denotan pesadez, a los cristianos.”
Y sobre todo hablamos de su apuesta por contar las cruzadas desde el punto de vista árabe, pero a la manera aséptica del periodista: “Sigue el modelo historiográfico de seleccionar textos y dejar que éstos hablen, pero me gusta más cómo resuelve Orígenes, basándose en cartas de su familia, que ésta”. Es que “de las cruzadas, los europeos sabemos poco” y en este libro era difícil seguirlas: “Hasta la tercera vez que lo he leído no me he hecho con la cronología. Hay que ir apuntando datos constantemente para poder seguirlo.” Nos hemos quedado con ganas de saber más sobre las cruzadas, pero vivimos en el siglo XXI (qué le vamos a hacer) y en él terminamos la sesión dedicada a Las cruzadas vistas por los árabes, igual de desconcertados y con una sugerencia, visitar Los mundos del Islam en CaixaForum armados con una lupa y ganas de dejarnos maravillar.

lunes, 5 de octubre de 2009

13 de octubre: Entre la literatura y la historia


Curiosamente apoya ciertas teorías sociológicas sobre el papel vivificador de las minorías el hecho de que tenga que ser un cristiano proveniente de un pueblecito del Líbano quien revolucione la visión que sobre los musulmanes se tiene en Europa. Y es que Maalouf se atrevió a explicar en francés, y de una manera muy particular, una historia de las cruzadas que aquí se había olvidado. Y tuvo éxito (por suerte, la cultura europea se muestra muy dúctil a la hora de aceptar críticas).
Maalouf no escribe a la manera árabe (y ya discutiremos en la tertulia como escriben los árabes); en realidad, escribe a la europea. En este libro, en concreto, sigue el modelo historiográfico occidental lo cual explica que a veces huya de preciosismos que en literatura se suele permitir. Sin embargo, fijémonos en párrafos como éste:
En las horas críticas de su historia, los ciudadanos de Alepo tienen, desde siempre, la costumbre de hacer corrillos para tratar con animación de los peligros que los acechan. Los notables se reúnen con frecuencia en la mezquita mayor, sentados en las alfombras rojas o en el patio, a la sombra del minarete, que domina las casas de color ocre de la ciudad. Los comerciantes se ven durante el día a lo largo de la antigua avenida de columnatas, construida por los romanos, que cruza Alepo de oeste a este, desde la puerta de Antioquía hasta el barrio prohibido de la Alcazaba donde reside el tenebroso Ridwan. Esta arteria central lleva mucho tiempo cerrada a la circulación de carros y comitivas. La calzada la invaden centenares de puestos en los que se amontonan telas, ámbar o baratijas, dátiles, pistachos o condimentos. Para resguardar a los transeúntes del sol y de la lluvia, la avenida y las calles próximas están enteramente cubiertas por un techo de madera, que forma, en las encrucijadas, altas cúpulas de estuco. En la esquina de las avenidas, sobre todo las que llevan a los zocos de los fabricantes de esteras, de los herreros y de los vendedores de leña, los ciudadanos de Alepo conversan ante los numerosos figones que, en medio de un persistente olor a aceite hirviendo, a carne a la parrilla y a especias, ofrecen comidas a precios módicos: albóndigas de cordero, buñuelos, lentejas. Las familias modestas compran los platos preparados en el zoco; sólo los ricos se permiten el lujo de guisar en sus casas. No lejos de los figones se oye el tintineo característico de los vendedores de «sharab», esas bebidas frescas de fruta concentrada que los frany aprenderán de los árabes en su forma líquida, «jarabe», o helada, «sorbetes».
Amin Maalouf, Las cruzadas vistas por los árabes

Es una descripción sugerente ¿No os parece?

Más sobre Maalouf en:
  • Sitio web Amin Maalouf. No es su página oficial, pero tiene la ventaja de estar en castellano. Recoge una breve biografía y numerosa documentación sobre el autor.
  • Los internautas preguntan a Amin Maalouf, en El País. Con ocasión de la publicación de su último ensayo, Maalouf habla con los internautas. No se extiende mucho, pero satisface a los fans de Orígenes, pues no descarta escribir una segunda parte de esa novela.
  • Historia de las cruzadas, en MGar.net. Junto a contenidos variopintos (historias de piratas, descubrimientos…), esta web recoge un estudio sobre las cruzadas.
  • Reseña de Las cruzadas vistas por los árabes, por Guillermo López, en La página definitiva. “La Red está llena de basura: Nosotros somos la prueba”, así se subtitula esta página web, en la que, con un espíritu crítico la mar de festivo, reseñan la novela que comentaremos.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Sobre el 8 de septiembre: Virginia Woolf


“Ya estaban servidos todos, dejó el cucharón dentro de la olla. Había alcanzado, pensó, esa región inmóvil que yace en torno al corazón de las cosas por la que puede uno moverse a sus anchas o descansar; podía quedarse quieta al acecho de la conversación, como ahora, o bien, de repente, al igual que el gavilán que se precipita desde las alturas, volver a bajar con las alas desplegadas, a sumergirse sin dificultad en la risa de los demás, a dejarse caer con todo su peso sobre lo que estaba diciendo su marido al otro extremo de la mesa, algo acerca de la raíz cuadrada del mil doscientos cincuenta y tres, que resultaba ser casualmente el número de su billete de ferrocarril.”
Pero qué falta hubiera hecho que la digna señora Ramsay sobrevolara la mesa de Novelantes, cual gavilán, para proteger a su amada hija en la reunión que le dedicamos.
La sesión de Virginia Woolf trajo consigo cuatro (dos por dos) novedades: acudieron dos novelantes nuevos (¡bienvenidos!) y otros dos novelantes que no pudieron venir nos hicieron llegar, a distancia, su valoración de Al faro. Ambos destacaron la primera parte de la novela, “su habilidad técnica (no envejecida en un mundo de escritores acomodaticios)”, para Palimp, y su “capacidad evocadora”, para Midnight. ¿Y los novelantes presentes, todo alabanza también?
Pues Woolf se llevó varias broncas. La primera se extendía a otras autoras que han pasado por nuestro cartel, llegaba hasta Atwood e incluso Atkinson: “En esta novela, todo lo malo es para los hombres, me gustaría que en alguno de los libros que se propusieran en la tertulia los hombres quedaran bien.”
También hubo protestas respecto al estilo: “Literariamente es irreprochable, pero ahí está el problema. La mayor pesadilla que yo podría tener es que toda la literatura fuera esto, fuera Woolf. Su obra es un ejercicio de esteticismo continuo y nunca fue tan audaz como Joyce, no se atrevía, la anarquía que pretendía era de sofá, su caos está muy ordenado, es muy uniforme su estilo, es una autora que deja muy poco margen para la crítica, también recuerda a Proust, pero él tenía más gracia, era más picante y tenía sentido del humor. Esta autora no lo tiene, su gran defecto es que no tiene defectos.” Curiosa protesta, ¿verdad? Y así se alegó: “En realidad, que una autora no deje margen para la crítica y que no tenga defectos no debería ser considerado un defecto. No todo va a ser desorden, Proust, Joyce o Faulkner… Pero es verdad es que con ella me parece estar viendo cuadros prerrafaelitas, imágenes muy bellas, pero distantes, como congeladas en el tiempo.” “Algo así dice Anthony Burgess en un artículo que leí en el que la comparaba con Joyce”, apostilló otro novelante. “Es que Joyce es más sensual, es carne y hueso, en cambio Woolf es una luz que no llega, rebota”.
Por fortuna, no faltó defensa para Woolf, hubo quien destacó la gran intensidad del final de la novela, cuando Lily Briscoe descubre que está llorando al recordar a la señora Ramsay, tributando, con sus lágrimas (y como la propia novelista), un homenaje al faro, a la madre. Woolf emocionó, no pareció fría a todos, el fragmento arriba reproducido fue citado como ejemplo: “En la novela hay metáforas muy bellas, como cuando habla de las alas que cubren las risas durante la cena.” “Sí, la cena es un momento muy revelador, demuestra mucha habilidad para ir contando todo de forma que confluya en la señora Ramsay, que es retratada como una persona muy autoritaria.” Y ahí volvimos al punto de partida, eso de que las mujeres quedan bien… “Sí, es cierto, pero la señora Ramsay no es autoritaria en las formas, yo diría que la pinta como una mujer muy obsesiva, empeñada en tenerlos a todos bajo su ala protectora”. Ala protectora, sí, pero de gavilán.

Todavía más sobre Woolf en:
  • ¿Quién teme a Virginia Woolf?, por Anthony Burgess, en El País. El artículo en el que el autor de La naranja mecánica pone a caer de un burro a nuestra querida escritora.

martes, 15 de septiembre de 2009

1 de octubre: Amin Maalouf en Barcelona



Por una feliz casualidad, el próximo invitado del ciclo El valor de la paraula de las bibliotecas de Barcelona (que tantas alegrías nos ha dado) será el autor que comentaremos en la próxima reunión. Amin Maalouf conversará con Lluís Amiguet, periodista de La Vanguardia, sobre su trayectoria y, presumiblemente, sobre su nuevo libro, El desajuste del mundo, en el que describe cómo la actual situación financiera, el cambio climático, la crisis intelectual y el agotamiento de modelos sociales está afectando a nuestro sistema de valores. La cita, el 1 de octubre a las 19 h en la Biblioteca Jaume Fuster (Plaça Lesseps). Ya sabéis, novelantes, ¡no olvidéis vuestro ejemplar de Las cruzadas vistas por los árabes para que os lo firme!

miércoles, 2 de septiembre de 2009

8 de septiembre: Cazando fantasmas


“Las palabras, las palabras del inglés, están llenas de ecos, de memorias, de asociaciones. Han estado por todas partes: en los labios de la gente, en las calles, en sus casas, en los campos, por tantos siglos. Y esa es una de las principales dificultades para escribirlas hoy: están llenas de otros significados, de otras memorias, y han contraído muchos matrimonios famosos en el pasado.” Estas palabras de Virgina Woolf han llegado a nosotros en lo que parece ser la única grabación que existe de su voz, una colaboración para la serie de la BBC Las palabras me fallan (Words fail me) que data de 1937, pocos años antes de su muerte.



Su voz, tan frágil como su aspecto, a juzgar por las fotografías, parece quebrarse a cada momento, cansada de pelear. No es extraño que su colaboración radiofónica se dedicara a la lucha con las palabras, Woolf gastó más papel en reflexionar sobre la dureza del proceso literario que en la escritura misma.
La novela que comentaremos le salió, sin embargo, de un tirón, según confesó en su diario: “La novela me agita como un vendaval a una vieja bandera. En toda mi vida, nunca había escrito con tanta rapidez y facilidad como ahora [...] Vivo sumergida en la novela y cuando emerjo a la superficie estoy tan ausente, que muchas veces no se me ocurre nada”. Al faro ha sido considerada la más autobiográfica de sus obras. Las semejanzas entre los Ramsay y los Stephen son demasiadas como para pensar otra cosa. Con el hogar ya vacío, exorcizar demonios familiares debe de ser un buen acicate para la creación literaria.
La casa se quedó sola, desierta. Se quedaba como una concha en una duna de la playa: para llenarse de granitos de sal secos, ahora que la había abandonado la vida. Parecía que hubiera descendido una prolongada noche: los aires enredadores, juguetones, los aires con olor a marisma, inquietos, parecían haber triunfado. La cazuela estaba oxidada, la estera estaba deteriorada. Habían entrado sapos. Perezosamente, sin propósito definido, el chal se movía a un lado y a otro. Un cardo se había alojado entre las tejas de la despensa. Las golondrinas anidaban en el salón, el suelo estaba sembrado de paja, el yeso se caía a puñados, se veían las vigas, las ratas se llevaban esto o aquello para roerlo tras los zócalos. De las crisálidas nacían mariposas Vanesa (pavón diurna) que agitaban su vida contra el cristal de la ventana. Las amapolas se sembraban solas entre las dalias; en el césped ondeaban las altas hierbas; sobresalían alcachofas gigantes por encima de las rosas; un clavel reventón florecía entre los repollos; mientras que el delicado golpear de una hierba contra la ventana se había convertido, en las noches de invierno, en un repicar de sólidos árboles y espinosos brezos que volvían verde la habitación en verano. ¿Qué fuerza podría oponerse a la fertilidad, a la insensibilidad de la naturaleza?
Virginia Woolf, Al faro

Más sobre Virginia Woolf en:

lunes, 20 de julio de 2009

Sobre el 14 de julio: Wilkie Collins



PRÓLOGO Como La piedra lunar, la sesión dedicada a Wilkie Collins se construyó por acumulación de perspectivas, las de los novelantes, que fueron llegando, uno a uno, a intervalos de media hora. El goteo no terminó con la llegada de quien todos esperábamos, el que propuso la novela, quizá no llegara nunca, ese misterio quedará sin resolver.
Aquí no hay nadie con el talento de Collins o el gracejo de Betteredge, pero esperamos mostrar su humildad y ecuanimidad en el relato de LOS HECHOS:
NOVELANTE I. “Es un buen narrador, con gran habilidad para cambiar de perspectiva. El personaje de Cuff es muy humano, es insólito que un detective se equivoque, también es muy humana su afición a las rosas pero hay personajes caricaturescos y cuando exagera para provocar risa no me gusta. Me hace pensar que tengo poca sensibilidad para el humor [...] Lo recordaba muy largo, la primera parte es mi favorita, la que menos me gusta es la de la señorita Clack. Desde el principio sospechas porque hay pocos actores y el final, con la sorprendente aparición de Ezra Jennings y la pirueta del laudano, está cogido por los pelos.”
NOVELANTE II. “Debes tener en cuenta que fue escrito por entregas, eso puede considerarse un atenuante. A mí no se me ha hecho largo. Al contrario, no podía parar de leerlo y me dio pena que terminara [...] Para la época resulta revolucionario, el tono es logradísimo y también los personajes, sobre todo Betteredge, a Betteredge es que lo ves.”
NOVELANTE III. “Me ha decepcionado el final, estoy acostumbrado a finales más truculentos, tipo Poe o Conan Doyle, para este tipo de novelas [...] Los puntos de vista no me convencen, Betteredge es el más conseguido, y también Clack, pero Bruff y Blake no se diferencian.”
NOVELANTE IV. “Es una novela muy avanzada para la época, con una sensibilidad muy subversiva, tanto en el tratamiento de los puritanos como en el detalle de que el diamante acabe en la India, algo impensable en otros escritores, como Dickens, que eran colonialistas [...] El misterio es una excusa, como escritor supo que está escribiendo algo distinto.”

martes, 7 de julio de 2009

14 de julio: Las diversas caras de la luna


Fue íntimo de Charles Dickens y uno de los escritores más conocidos de su tiempo, pero la fama de Wilkie Collins decayó a su muerte mientras que la de su amigo crecía exponencialmente. Borges atrajo la atención sobre él al confesar que había sido una de sus mayores influencias; así se refirió a la novela que comentaremos: “La Piedra Lunar no sólo es inolvidable por su argumento, también lo es por sus vívidos y humanos protagonistas: Betteredge, el respetuoso y repetidor lector de Robinson Crusoe; Ablewhite, el filántropo; Rosanna Spearman, deforme y enamorada; Miss Clack, la bruja metodista, Cuff, el primer detective de la literatura británica”. No obstante, la cita clásica sobre La piedra lunar, inevitable en las numerosas ediciones contemporáneas de la obra, se debe a T. S. Eliot, que la calificó como "la primera, la más larga y la mejor de las modernas novelas detectivescas de Inglaterra".
Para escribir La piedra lunar, publicada por entregas en una revista fundada por Dickens, Collins utilizó recursos que llegaron a ser arquetipos del género. A lo largo de una narración desde múltiples puntos de vista se va desplegando una colorida galería de personajes entre los que destacan dos secundarios: un injustamente desconocido precursor de Sherlock Holmes, el gran Cuff, y esa “bruja metodista” llamada Drusilla Clack, pariente pobre, solterona, beata y tan incomprendida... lo bastante hábil como para detectar que la calva de un familiar lejano es su particular termómetro del mal genio y lo suficientemente osada como para interrumpirlo durante su grado máximo de coloración:
La calva del señor Ablewhite comenzó a pasar del escarlata al púrpura. Jadeó buscando aire y empezó a mirar de un lado a otro, de Rachel al señor Bruff, tan furioso y frenético contra ambos, que no sabía a quién atacar primero. Su esposa, que se había estado abanicando imperturbablemente en su asiento hasta ese instante, trató, sin resultado alguno, de calmarlo. Yo había sentido, durante el curso de esta penosa entrevista, más de una llamada interior que instigaba a intervenir con unas pocas palabras juiciosas, pero me contuvo el temor de un posible desenlace completamente indigno de una cristiana inglesa cuyas miras se hallan puestas, no sobre lo que aconseja una mezquina prudencia, sino sobre lo que es moralmente justo. Al advertir la gravedad de la situación me elevé por encima de toda mera contemplación de las conveniencias. Si me hubiera yo dispuesto a intervenir mediante alguna amonestación de mi propia y humilde cosecha, es posible que hubiera vacilado. Pero la infortunada querella doméstica que se ofrecía ahora a mi vista contaba con una solución maravillosa y bellamente descrita en la correspondencia de la señorita Jane Ann Stamper… Carta número mil uno, titulada: "Paz en el Hogar". Me levanté, pues, en mi modesto rincón y abrí el precioso libro.
—Querido señor Ablewhite —dije—, ¡una sola palabra!
En el primer momento y al atraer por vez primera la atención de todos al levantarme, pude advertir que estaba a punto de decirme alguna grosería. Pero mi fraternal manera de dirigirle la palabra, lo contuvo. Clavó en mí sus ojos con un asombro pagano.
—En mi carácter de amiga y de persona bien intencionada —proseguí—, de persona que cuenta con una gran experiencia en lo que se refiere a despertar, convencer, preparar, iluminar y fortificar a sus semejantes, permítanme que me tome la más inocente de todas las libertades: la libertad de apaciguar su espíritu.
El señor Ablewhite comenzó a recobrarse, estaba ya a punto de estallar…, y hubiera sin duda estallado, frente a cualquier otra persona. Pero mi voz, habitualmente dulce, alcanza un tono alto en los momentos de apuro. En este caso concreto, por ejemplo, me sentí llamada a intervenir con un registro más alto que el suyo.
Levantando mi valioso libro frente a él, señalé con mi dedo índice en la página abierta. Fue impresionante.
—¡No son palabras mías! —exclamé interrumpiéndolo con mi ferviente estallido—. ¡Oh, no supongáis que reclamo vuestra atención para que escuchéis mis humildes palabras! ¡Maná en el desierto, señor Ablewhite! ¡Rocío sobre la tierra calcinada! ¡Palabras de consuelo, de sabiduría, de amor… las benditas, tres veces benditas, palabras de la señorita Jane Ann Stamper!
Wilkie Collins, La piedra lunar

Más sobre Wilkie Collins en:
  • Página personal dedicada a Wilkie Collins, de Manuel Barberán. Este turolense, amante del insigne ilustrador Segrelles y, cómo no, de Wilkie Collins, ha preparado una de las informaciones más completas en la Red sobre el autor y su obra en castellano. No hace falta que probéis el enlace al texto completo de las novelas, no funciona.
  • The Wilkie Colllins Pages, de Paul Lewis (en inglés). Aunque su contenido resulte un tanto decepcionante, el dominio de este sitio lleva el nombre del escritor y ha sido seleccionado como recurso web por la BBC y tiene dos estrellas de la Encyclopaedia Britannica (signifique lo que signifique).

jueves, 25 de junio de 2009

Sobre el 9 de junio: Margaret Atwood


La sesión dedicada a El asesino ciego se abrió con un debate (que ha seguido en forma de comentarios en este blog) sobre una palabra: “zumaque”. “Fue una de tantas que tuve que ir a buscar al diccionario, qué pena haberme dejado la lista, qué vocabulario tan rico he encontrado en esta novela”. Desconocida hasta entonces para todos los presentes, “zumaque” resultó ser “poison ivy”. Sobre la mesa se encontraron tres ediciones, inglés, catalán y castellano. Desde la portada de todas ellas, nos miraba la misma mujer. “¿Es la autora?”, se preguntó un novelante despistado. En vista de la foto, creemos que no, pero sin duda es una ilustración acertada, la protagonista, Iris Chase, podría ser perfectamente esa mujer. “Me gustan mucho las descripciones. Son muy detalladas, verdaderamente te transportan a la época, y tengo que confesar que me encantó cómo describe los vestidos de aquellos años, es que podía verlos”. Según nos explicó la novelante que la propuso, Atwood contó con un equipo de investigadores para documentarse. Hizo un estupendo trabajo con el material. “Es una novela muy bien construida”, “refleja muy bien la doblez de las relaciones humanas, la complejidad de la relación entre hermanas, con tantos niveles y roles adquiridos que no siempre se corresponden con la realidad”. La indefensión de Laura, la soledad de Iris. “Margaret Atwood escribe de forma exquisita, es la reina de la adjetivación y en esta novela todas las líneas argumentales tardan en confluir, están muy bien tensadas y sabe cómo ir aflojándolas”.
Todo ello explica por qué la novela fascinó ("fascinar", de nuevo acudimos al diccionario: "Engañar, alucinar, ofuscar"). Algunos no supieron encontrar explicación alguna mientras leían, un par de hombres despistados bajo el síndrome “Mad Men”. “No te da lo que esperabas, pero quieres que siga”, decía uno. Y otro: “Me gustó cómo está escrito, pero no sabía por qué, como sucede con la música. Me encontré con una historia familiar y una saga decadente, dos temas que no me interesan nada, y estuve a punto de dejarlo en la página 70”. “Y por qué esa página, es justo el momento en que me conquistó, cuando me di cuenta de lo bien que narra esta autora”, le preguntaron. Así nos enteramos de que lo de la página 70 es una convención: “Un libro no se puede dejar hasta esa página”. Menos mal que El asesino ciego aguantó. Y alguno hubiera querido que continuara: “A mí me hubiera gustado que siguiera más allá de la II Guerra Mundial”. “Precisamente a mí me gusta que haya un vacío entre ese momento y la actualidad, así se hace más patente la decadencia que la autora quiere retratar", decadencia de una vida y de un siglo, como dice en su blog quien la propuso, que finalizó con la recomendación de otra novela de Atwood: Alias Grace. Ahí queda apuntada y con ella la despedida: adiós Margaret Atwood, hola Ismail Kadaré, nuevo Príncipe de Asturias de las Letras, ¿acabará en el próximo cartel? De momento, ya está en la segunda encuesta de este blog, lanzada sobre el mismo tema que la anterior (viva la originalidad), aquí al lado la tenéis.

martes, 2 de junio de 2009

9 de junio: ¿Quién mató a Laura Chase?


Los títulos de las novelas de Margaret Atwood pueden llevar a error; aunque El asesino ciego no suena tan a Jazmín como La novia ladrona. De hecho, quien abandone esta novela antes de hora (al principio puede costar entrar) se quedará con la sensación de que estaba leyendo una especie de Falcon Crest (incluso hay una malvada que podría estar a la altura de Angela Channing). Pero nada más lejos de la realidad; porque esto es literatura y de la buena (y en cantidad, más de 500 páginas). Y con eso queremos decir: una estructura original que combina diferentes registros e incluso géneros y un estilo fluido e impecable que se lee con naturalidad a pesar de la atención que presta a los detalles.
Nos hallamos ante un repaso al decepcionante siglo XX desde la casita donde transcurren los últimos días de una anciana también venida a menos, pero con mucho que contar (no en vano ha visto nacer y morir todo tipo de ilusiones familiares y sociales). En fin, una novela muy premiada de una autora que ha ganado casi todos los premios posibles (le sigue faltando el Nobel) y a la que seguramente no se la lee tanto en este país como sería deseable.
Como de costumbre, os ofrecemos algunos enlaces y desde aquí podéis descargaros el contundente principio de la novela.

Más sobre Margaret Atwood en:

miércoles, 13 de mayo de 2009

Sobre el 12 de mayo: Kader Abdolah



“Que por qué lo recomendé a mi novio, no sé, siempre se habla de libros que gustan a las mujeres, a mí me pareció que éste era un libro que podía gustar a un hombre”. Para comprobar esta teoría de la novelante que propuso comentar El reflejo de las palabras (¡bienvenida!) sólo tuvimos un hombre disponible (que dijo en varias ocasiones que le había gustado mucho, así que parece ir bien encaminada); el otro nos acaba de conocer (¡bienvenido!) y no había tenido tiempo de leer la novela del mes. Curiosidad sí que mostró, y así comentamos juntos la extraña vida de Kader Abdolah, nos preguntamos, como casi todo el mundo, si El reflejo de las palabras será autobiográfica (las coincidencias entre la vida de Ismail y la del autor son un tanto sospechosas) y por qué es, como la japonesa Yoshimoto, tan poco conocido y traducido aquí, pero acabamos centrándonos en la historia de Irán, trasfondo del libro, tan fascinante hasta para nosotros, que no la sufrimos.

martes, 5 de mayo de 2009

12 de mayo: Poema persa


Hossein Sadjadi Ghaemmaghami Farahani, así se llama el autor del libro que comentaremos, largo nombre, como el de uno de sus personajes, nacido sordomudo y bastardo, pero a quien su madre se ocupa de lograrle el antiguo e ilustre apellido de su padre: Aga Akbar Majmud Jazanviye Jorasani.
El autor de El reflejo de las palabras adoptó su seudónimo, Kader Abdolah, en homenaje a dos compañeros de la resistencia caídos en lucha no sabemos si contra el último sha de Persia o contra Jomeini. Refugiado político en Holanda desde 1988, antes de exiliarse publicó dos libros en Irán y al llegar a su nuevo hogar, se propuso dominar el holandés y hacerse un lugar “en el jardín de la literatura holandesa”. Vaya si lo ha logrado. Con la primera obra que escribió en holandés, la colección de cuentos Las águilas, obtuvo el Gouden Ezelsoor, el premio al escritor novel más vendido. La casa de la mezquita, que se ha publicado recientemente, unas cuantas novelas después del resonante éxito de El reflejo de las palabras, ha sido elegida por los lectores neerlandeses como su segundo libro preferido de todos los tiempos. La historia reciente de Irán sirve de trasfondo para ambas novelas; en la que comentamos podemos vislumbrarla a través de la peculiar relación entre Aga Akbar y su hijo Ismail, reflejada en este pasaje:
Ismail sentía una molestia permanente en el oído izquierdo. Su padre, que sabía de dónde procedía aquel dolor, le contó lo de la partera y el libro, lo del oído y su propia mudez, pero Ismail no entendió de qué le estaba hablando.
Las cosas sucedieron de la siguiente manera (así constaban, aproximadamente, en los apuntes de Aga Akbar): “Yo estaba sentado entre los hombres. No sabía si el niño había nacido ya. De repente vi el destello del diente de oro de Kazem Kan, y comprendí que el bebé había llegado. Entonces entró la mayor de mis tías con él en brazos. Temía que fuese sordomudo como yo y quise comprobarlo. No debería haberlo hecho, pero de pronto me puse en pie y me abalancé sobre mi tía, cogí al pequeño, acerqué la boca a su oído y le hablé. El niño soltó un berrido y se puso morado de miedo. Kazem Kan se enfadó conmigo, me lo quitó de las manos y me empujó hacia fuera. Yo me aposté detrás de la ventana. Todos me miraban enfadados. Le había gritado al niño al oído, y decían que se lo había dañado. Fue muy necio por mi parte, muy necio. Akbar es un necio.”
¿Dañado? No, no fue para tanto, pero cada vez que Ismail enfermaba, o tenía muchos asuntos que atender, o su ánimo flaqueaba, o se caía y tenía que hacer un esfuerzo por incorporarse, había alguien que le gritaba al oído. Su padre. Siempre estaba presente dentro de él.
Kader Abdolah, El reflejo de las palabras

Entre un mar de páginas en holandés, llega a nosotros Kader Abdolah. Sólo en blogs de clubs de lectura y libreros hemos encontrado información original sobre el autor en castellano. Niño mimado de bibliotecas y librerías, perfecto ejemplo de que el boca oreja funciona en la literatura y rescatado para nosotros por la editorial Salamandra, en Radio Nederland online nos hemos enterado de que su último proyecto es la traducción del Corán al holandés.

Más sobre Kader Abdolah en:

lunes, 20 de abril de 2009

Sobre el 14 de abril: Amélie Nothomb


“Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia”. El título de la novela que comentamos queda explicado en esta cita, inicio de Las Catilinarias de Cicerón. Perfectamente podría haberla declamado una novelante asqueada por Nothomb: “No me gusta cómo escribe. Me desagradó desde el segundo párrafo. No caigo en sus provocaciones. Además, desde el principio ves lo que va a pasar, aunque el final me gustó más de lo que pensaba.”
Hasta cuándo abusarás, Nothomb, de nuestra paciencia. A la carga contra la escritora se sumó otro novelante que, sin embargo, había expresado al principio un convencido “me ha gustado”. En realidad, ambos estaban destinados a encontrarse, habían coincidido en su valoración del final: “Cuando leí la contra, temí que no pudiera mantener la tensión con ese argumento, pero está bien llevado, el final te lo esperas y a la vez no te lo esperas.”
Al convertirse en un combate, la reunión sirvió para demostrar que estamos ante una escritora que desconcierta y divide. “Tiene gracia para escribir, se adscribe a la escuela francesa de siempre, su prosa es clara, rápida y esperpéntica. Tiene una visión muy irónica de la vida y una gran capacidad para llevar las cosas al límite. En sus novelas se observa diversidad de argumentos, pero siempre son de conflicto.” Y tanto, logra que consideres un asesinato “una acción de misericordia, higiénica”, y para la novelante asqueada, hasta se quedó corta: “Yo me hubiera cargado a más gente, al protagonista, por ejemplo, ¡qué pesado!”
Es la típica novela en la que “no puedes fiarte del narrador”. “Es cierto, no profundiza pero creo que tampoco lo intenta y no hay ningún personaje al que agarrarse, pero es que tampoco se lo plantea”. “Es demasiado brillante, parece que odie corregir.”
“A mí no me parece tan brillante. Es muy inteligente, pero también vaga. Veo destellos, como en la visita de Claire, cuando el protagonista se da cuenta de que es viejo”. “Pues para mí falla en esos momentos serios, los encuentro menos brillantes. Prefiero otros, como cuando reflexiona sobre el tiempo o el autoconocimiento”. “A mí es eso lo que me parece fácil”. “Pero a mí me gusta que juegue conmigo, a provocarme revirtiendo tópicos: vejez es sabiduría, el tiempo pasa volando…”
Nothomb, número uno de ventas en Francia, por encima de vacas sagradas de ochenta y noventa años: “Su éxito refleja el momento social. Tiene éxito pero no está al nivel de esas vacas sagradas. Escribe porque se divierte. Busca la comercialidad.” Alguien recordó que Stephen King decía de Joyce que con semejante capacidad, ser tan poco productivo… menuda lástima. Con Nothomb sucede precisamente lo que tanto desea King para las vacas sagradas: “Ha encontrado una fórmula, hoy en día cuando te haces millonario…”

lunes, 13 de abril de 2009

14 de abril: Entre vecinos


Nos perdimos la visita de Amélie Nothomb el pasado marzo a Barcelona para presentar su última novela: Ni de Eva ni de Adán. Faltó capacidad en el auditorio del Instituto Francés para albergar a los centenares de lectores que asistieron para ver a la diva. Parece que valió la pena: atuendo gótico, respuestas mordaces y un novio tahúr que entretuvo a los presentes con trucos de cartas… Navegar por Internet para rescatar crónicas sobre la visita es un ejercicio revelador. Qué desconcierto despierta Amélie Nothomb.
Nacida en Japón, hija de diplomático y proveniente de una familia belga de rancio abolengo, volvió años después al país donde había vivido su infancia y, tras un año de trabajo en una empresa nipona, acabó tan traumatizada que decidió cambiar de vida y dedicarse a la literatura. De aquella experiencia resultó material suficiente para la novela que la hizo popular, Estupor y temblores, y una disciplina que la lleva a levantarse para escribir, cada día, a las cuatro de la mañana (o a las cinco, las informaciones varían). Cada año, una novela y, según dice, tiene ya escritas decenas sin publicar. La madrugada de la rueda de prensa que dio en Barcelona, en plena digestión de la calçotada con la que la agasajaron la noche de su llegada, inició su novela número 66.
Aunque en esta ocasión destacamos el apartado de enlaces de esta convocatoria (el desconcierto que despierta Nothomb puede ser divertido), dejamos, para no perder la costumbre, un fragmento de la novela que hemos leído, el principio, tan prometedor:
No sabemos nada de nosotros mismos. Creemos que nos habituamos a ser nosotros mismos, pero ocurre lo contrario. Cuantos más años transcurren, menos sabemos quién es esa persona en cuyo nombre hablamos y actuamos.
Pero eso no constituye ningún problema. ¿Qué inconveniente hay en el hecho de vivir la existencia de un desconocido? Quizá sea mejor así. Entérate de quién eres y te cogeras ojeriza.
Amélie Nothomb, Las catilinarias
Más sobre Nothomb en:
  • Amélie Nothomb, A fondo, en El País. Se echa en falta material más actual, pero vale la pena ir descubriendo el entusiasmo creciente de Rafael Conte ante las rarezas de la escritora (y de propina, comprobar cómo Sergi Pàmies pasó de fan a traductor).
  • “Hay una inadecuación total entre sexo y lenguaje”, en Soitu. Aunque sólo sea en pieza de agencia (que, en vista de las flojas crónicas publicadas en prensa, no está nada mal), la reciente visita de Nothomb a Barcelona sale en Soitu: la prueba de que la escritora está de moda.
  • Entrevista de la semana, por Esther Fernández, en Good2b. Y aquí está la prueba definitiva de que Amélie Nothomb mola. No os dejéis engañar por la apariencia de la publicación, con una entrevista breve pero jugosa, va más allá que la mayoría de medios en la cobertura. No perderse al menos la última respuesta.
  • Amélie Nothomb en Barcelona, en Moleskine Literario. Más información sobre la visita, sólo como muestra del desconcierto en ambientes literarios ante esta escritora superventas.

domingo, 15 de marzo de 2009

Sobre el 10 de marzo: Stieg Larsson


“Bueno, qué, ¿os ha gustado más de lo que pensabais?” Respuesta unánime afirmativa y contundente. “Me compré la edición en inglés, que era más barata, porque tenía miedo de que no me gustara.” A pesar de todos los temores, nos gustó “¿Y os compraréis el segundo?” Respuesta unánime afirmativa y contundente. “¡Dicen que es mejor que el primero!”
¿Qué tendrá Los hombres que no amaban a las mujeres que nos ha enganchado tanto? No lo descubrimos. “A mí me sacó de quicio en ocasiones, cuando Bloomkvist describe por ejemplo los programas que utiliza, parece que le esté haciendo un favor al programador, y llegué a perder la paciencia con tantos sandwich y cafés”. Ya, pero… “Ni estilísticamente ni en otros aspectos me convence, le encuentro muchas pegas, la veo forzada en general, poco trabajada, quiso meter demasiadas cosas. Partió de una idea general intentando dar lecciones de periodismo, denunciar la violencia de género, criticar el Estado sueco… Y lo mete todo sin cuidado. Le he encontrado muchos defectos, pero engancha”. “Es innegable que domina la típica técnica de los bestsellers de engancharte con un tema, dejarlo por otro hasta que alcanza punto culminante y volver al anterior. A mí me desespera, pero aquí está bien llevado.”
¿Serán los personajes? “El gran personaje es Salander, está muy bien dibujado”. “Sí, porque Bloomkvist, no sé cuánto tiene tanto tiempo de investigar, entre tanto tomar café y follar… De todas maneras, a mí no me lo parece tan bien dibujado el personaje de Salander, no me parece pillado por los pelos lo que tiene que ver con su actividad de hacker, pero sí todo del final, cuando se va a Suiza, hablando no sé cuántos idiomas, me parece una ida de la olla.”
Discutimos la inclusión en el género negro de la novela, hubo ciertas discrepancias. “Para mí no se corresponde con el género negro codificado que tengo en la cabeza, la veo rollo Miss Marple o Sherlock Holmes”. “No esto de acuerdo. Hay mucha denuncia en esta novela, y no sólo de la economía, también del supuesto Estado del bienestar sueco, como lo que cuenta del asistente social y la denuncia social es típica de la novela negra, en este sentido, está emparentada con Chandler y Hammet. A mí me parece una novela negra, de manual, pero actualizada.” Efectivamente, estuvimos de acuerdo en que Stieg Larsson dio en el clavo, supo actualizar el género: “Denuncia económica, denuncia social, hackers, una mujer que se rebela contra el sistema…”
Aunque como saben todos los aficionados al género, no fue el primero. La novela negra que más se lee en el mundo es la nórdica. Hablamos del origen del fenómeno, una pareja de escritores suecos, Maj Sjöwall y Per Wahlöö, que popularizaron el género en el país a mediados de los años 60. Pero ¿y los motivos? “La visión que da Larsson es angustiosa, yo no creo que la vida en Suecia sea como lo que refleja, no creo que sea un retrato fiel. Es una denuncia, pero que viene de una sociedad mucho más combativa, no quiero ni pensar qué pasaría si se ambientara en Italia o España. A mí me parece irónico que esté de moda el género en un país con uno de los menores índices de asesinatos del mundo”. Ya, “pero de los más altos de suicidio, algo pasa en Suecia”.

Todavía más sobre Larsson y el auge de la novela negra nórdica en:

miércoles, 11 de marzo de 2009

Tercer (ya) cartel de Novelantes


La reseña de la sesión dedicada a Los hombres que no amaban a las mujeres se hará esperar unos días. Como adelanto, lo que tratamos antes de la novela: aparte de festejar nuestra inclusión en las agendas de El Punt y Butxaca (¡millones de gracias a la redacción!), preparamos el tercer (ya) cartel de Novelantes:
  • 14 de abril. Entre vecinos: Las Catilinarias, Amélie Nothomb
  • 12 de mayo. Poema persa: El reflejo de las palabras, Kader Abdolah
  • 9 de junio. ¿Quién mató a Laura Chase?: El asesino ciego, Margaret Atwood
  • 14 de julio. Las diversas caras de la luna: La piedra lunar, Wilkie Collins
  • 8 de septiembre. Cazando fantasmas: Al faro, Virginia Woolf
  • 13 de octubre. Entre la literatura y la historia: Las cruzadas vistas por los árabes, Amin Maalouf
  • 10 de noviembre. LA novela gráfica: Watchmen, Alan Moore
Si quieres sugerir algún título para que lo programemos, déjanoslo en comentario. ¿La condición? Ya sabes, ¡venir a defenderlo el día que toque!

martes, 3 de marzo de 2009

10 de marzo: La novela que todos leen


¿Qué tendrá Los hombres que no amaban a las mujeres que tanto nos engancha? Stieg Larsson, de profesión periodista, escribe con un estilo llano y dinámico, va al grano y refleja una diversidad de ambientes que van desde la riqueza opulenta de los Vanger a la soledad freaky de la investigadora privada Lisbeth Salander. Es muy hábil creando situaciones que despiertan el interés del lector y que luego van quedando interrumpidas con maestría por otras situaciones igualmente interesantes. A pesar de haber sido un bestseller, está sorprendentemente bien escrito. El gran hallazgo del autor son sus personajes, sobre todo Salander.

Ya sabréis los ansiosos que la segunda parte de la serie, de título todavía más largo, ha sido publicada y que es inminente el lanzamiento de la tercera. De esta manera tan cachonda la presentan en la sede web que la editorial Destino ha preparado para la serie: “La reina en el palacio de las corrientes de aire. Los lectores que aborden este volumen de Millennium agradecerán que este espacio no les desvele pista alguna sobre la trama de la tercera parte. Una vez llegados a este punto, cualquier palabra acerca de la novela es totalmente superflua y peligrosamente molesta. No diremos más". Nosotros tampoco, nos reservamos para el martes que viene y os dejamos con... quién va a ser:
Aquel día Lisbeth Salander llevaba una camiseta negra con la cara de un ET con colmillos y el texto “I am also an alien”. Una falda negra, rota en el dobladillo, una desgastada chupa de cuero negra que le llegaba a la cintura, unas fuertes botas de la marca Doc Martens y calcetines con rayas verdes y rojas hasta la rodilla. Se había maquillado en una escala cromática que dejaba adivinar un problema de daltonismo. En otras palabras, iba bastante más arreglada que de costumbre. (...) Salander parecía un depredador núbil y malvado que contemplaba la posibilidad de pegarle un bocado a Frode para ver si le servía de almuerzo. Había tanta hostilidad en su mirada que a Frode le recorrió un escalofrío por la espalda.
Stieg Larsson, Los hombres que no amaban a las mujeres

Más sobre Larsson en:
  • La serie Larsson. Sede web sobre la serie Millenium preparada por Destino. Con la misma estética de los propios libros en su edición española, destacan los comentarios de lectores y una búsqueda de “adictos” a la serie.
  • “El extraño caso de Stieg Larsson”, de Xavi Ayén, enviado especial a Suecia, en La Vanguardia. Perfil del autor, incluye declaraciones del periodista que cubrió el puesto de Larsson a su muerte en la revista Expo, modelo de la cabecera que da título a la serie.
  • “Lisbeth Salander se corona como nueva reina de Suecia”, de Ferran Ferrando y Marti Manen, en El País. Crónica de la llegada a los cines suecos de Los hombres que no amaban a las mujeres, ilustrada por una fotografía de la actriz que interpreta el papel, Noomi Rapace. ¿Es la Salander que imagináis?

lunes, 16 de febrero de 2009

Sobre el 10 de febrero: Clarice Lispector


Atónitos acudimos todos con La hora de la estrella bajo el brazo, seguros de que habíamos vivido una experiencia al leerla, pero sin saber exactamente cuál. Dos horas después, volvimos a casa con la sensación de haberla comprendido al menos un poquito: “Es el primer libro de esta mujer que he logrado terminar. No lo he pasado bien leyéndolo, de hecho no debería haberlo leído en público porque ponía unas caras… No lo he pasado bien, pero reconozco su valor literario. Es un trabajo suculento, un juego literario narrador-personaje, con dos niveles que se van encadenando y tiene mérito que la autora logre que puedas seguirlos en todo momento.”
Comenzamos comparando La hora de la estrella con otra novela de Lispector, que había leído la novelante que propuso a esta autora y la encontró más difícil de leer (¡¡todavía!!) que ésta: “En La pasión de GH los personajes son más vacíos, están menos desarrollados y hay muy poco argumento, lo que importa es cómo está escrito y lo que te hace pensar”.
En La hora de la estrella sobresale un personaje, la norestina, aunque sepamos pocas cosas sobre ella, “sólo la ves pasando por la vida sin llamar la atención” y aun así resulta “rico y entrañable”. Te conquista porque sabes, entre esas pocas cosas, que “cuando era niña, como no tenía a quien besar, besaba a la pared”. Por no saber, no sabes ni cómo se llama hasta que la conoce ese “terrible” novio suyo, Olímpico. Y suena un tanto a “pitorreo” que sólo entonces sepas su nombre, Macabea, un nombre que parece, según Olímpico, una enfermedad de la piel.
¿Se está quedando Clarice Lispector con nosotros? Esta pregunta planeó sobre la sesión. Explícitas sonaron: ¿A qué vienen esas “explosiones”, qué quieren decir? ¿La “explosión” es una llamada de atención? Nosotros no fuimos los únicos que nos lo preguntamos y parece ser que Lispector jamás quiso aclararlo. ¿Y ese narrador omnisciente “tan extraño”, por qué sabemos más sobre sus sentimientos que sobre los de Macabea? ¿Por qué es un hombre, si no puede ser otro que la autora?
Efectivamente, de Macabea pasamos al narrador. “Ha sido una experiencia leer esta novela, estamos tan acostumbrados a buscar al autor cuando leemos y en ésta, sin embargo, se desnuda ante nuestros ojos”: dice estar frotándose las manos para calentárselas mientras busca las palabras para hablar de un personaje, Macabea, de quien confiesa saber poco, pero cuanto le gustaría poder cuidarlo, arroparlo.
¿Conclusión?: “Esta novela es un canto a Brasil, una mujer de familia acomodada denuncia la miseria en el país, pero sin haber podido llegar a conocerla, porque sólo la vive como espectadora”. ¿Cómo interpretar si no ese “poema” que abre la novela?: “La culpa es mía”… “El derecho al grito”… “Ella no sabe gritar”… “Historia lacrimógena de cordel”. En este último “verso” podríamos encontrar la respuesta a una de aquellas preguntas que nos habíamos hecho, por qué opta por una figura masculina como narrador: seguramente es una ironía, uno de esos fogonazos de humor desperdigados por la novela, como los diálogos de besugo de Olímpico y Macabea o sus faltas de mecanógrafa escritas en modo (sic). “A saber cuántas veces tuvo que enfrentarse a la incomprensión y la burla entre sus contemporáneos por consagrarse a la literatura”, ella, una mujer.

martes, 3 de febrero de 2009

10 de febrero: Reinventando palabras


“Clarice Lispector, hija de judíos rusos, nació en Tchetchelnik (Ucrania), en 1925, cuando sus padres ya habían decidido emigrar. Con dos meses llegó a Alagoas y jamás admitió otra patria que el Brasil. Poco tiempo después la familia se trasladó a Recife y a partir de 1937 siguió estudiando en Río. En 1943, durante sus estudios de Derecho, se casó con el diplomático Maury Gurgel Valente, tuvo dos hijos y se separó en 1959. Entre 1944 y 1960 vivió largas temporadas en el extranjero, Nápoles, Berna y EEUU. Durante toda su vida mantuvo su contacto con la prensa iniciado en 1941 en la Agencia Nacional. Un cáncer terminó con su vida en 1977, tenía 52 años”. Estos datos biográficos introducen el estudio de la novela de Lispector que leemos, La hora de la estrella, cuyo enlace incluimos abajo. En el fragmento de hoy, la presentación de la presunta protagonista de la novela, Macabea (la auténtica es la escritora; la de la portada es ella):
Ella había nacido con malos precedentes y ahora parecía una hija de no-sé-qué con aire de pedir disculpas por no ocupar un espacio. En el espejo, distraída, examinó de cerca las manchas de su cara. En Alagoas se llamaban panos, decían que venían del hígado. Ocultaba las manchas con una capa espesa de polvo blanco y, si se veía medio revocada, era mejor que verse pardusca. Toda ella estaba un poco sucia, porque raro era que se lavase. De día llevaba la falda y blusa y de noche dormía con la enagua. Una compañera de cuarto no sabía cómo advertirle que olía a mugre. Y como no sabía, se quedó en eso, porque tenía miedo de ofenderla. Nada en ella era iridiscente, aun cuando la piel de su cara tuviese entre las manchas un ligero brillo de ópalo. Pero no importaba. Nadie la miraba en la cale, ella era café frío.
Clarice Lispector, La hora de la estrella

Más sobre Lispector en:
"Clarice Lispector: la palabra rigurosa", de Elena Losada Soler. Además de La hora de la estrella, estudia La pasión según GH y Aprendizaje o el libro de los placeres.

jueves, 15 de enero de 2009

Sobre el 13 de enero: Norman Mailer


“En esta novela, un Norman Mailer en su mejor momento emprende una búsqueda implacable entre los recovecos y virtudes ocultas del americano moderno: rara vez se han explorado tan a fondo las paradojas del machismo y la homosexualidad”, concluye la contra de la edición que leímos de Los tipos duros no bailan. Como es la única novela de Norman Mailer que conocemos, no nos atrevimos a discutir si el autor estaría o no en su mejor momento, pero eso de “las paradojas del machismo y la homosexualidad” lo tratamos bien a fondo: “Se equivocaron al escribir esta contraportada, ¿seguro que habían leído el libro?”
Alguna vez tenía que suceder que comenzáramos la sesión hablando de la contra del libro del día. Como faltaba el novelante que propuso la novela, el arranque fue más difícil de lo habitual. Pero, por una vez, hubo unanimidad al valorar lo que habíamos leído, a todos nos encantó: “Es una novela dinámica, muy bien escrita, muy bien narrada, la estructura no se nota nunca, aunque ahí esté.”
Personajes que parecen de relleno y luego resultan ser clave en la trama, un policía simpaticote que acaba revelándose el más canalla de todos, rubias peligrosas que terminan expiando sus pecados en la Ciudad del Infierno y una reina italiana que se lleva, tras mucho penar en vida, el gato al agua, o sea, al protagonista, que se pasa trescientas páginas desorientado y necesita que venga su padre a sacarlo del atolladero. El día de La invención de Morel nos dedicamos a dar un repaso a la ciencia ficción; en esta ocasión, fuimos descubriendo que nos encontrábamos ante una novela negra. “Vais hablando y me vais dando las claves del género”, nos dijo un novelante que apenas había empezado la novela. “Es verdad, debe de ser que nunca asocio lo que leo a un género”, o quizá fuera que nos cegó el nombre del autor, Mailer, Mailer, Mailer, por encima de cualquier otra consideración.
Otra clave de esta novela negra: “La ciudad es un personaje más.” Provincetown, “qué nombre, parece inventado", "lo busqué en Google, nunca había tenido tantas ganas de ver el lugar en el que transcurre una novela”. Es que Los tipos duros no bailan también es muy cinematográfica, “la visualización es perfecta”. Mailer fue guionista de cine, eso lo explicaría. Y los cómics, ¿le gustaban? Lo que es seguro es que a los cómics les gusta Mailer. Las historias de piratas de Spirit quizá le sirvieran de inspiración, no lo sabemos, pero sin duda Constantine, protagonista de Hellblazer, le debe mucho a Mailer. La cita con la que cerramos esta entrada lo demuestra. En homenaje al novelante ausente, fumador empedernido, que nos sugirió esta novela, ahí va el fragmento con el que lo recordamos:
Yo solía decir que es más fácil renunciar al amor de tu vida que dejar de fumar, y lo cierto es que estaba convencido de la verdad de esta afirmación. Pero un buen día del mes pasado, hacía de eso veinticuatro días, mi mujer me dejó. Hacía veinticuatro días. Y aprendí algo más acerca de lo que es estar dominado por un vicio. Tal vez seas más fácil renunciar al amor que al humo, pero cuando se trata de decir adiós a una relación de amor-odio, diantre, que se acabe tu matrimonio puede ser tan duro como dejar la nicotina, e incluso provoca una sensación muy semejante, porque puedo asegurar que al cabo de doce años había llegado a odiar el tabaco casi tanto como a una esposa amargada. Incluso la primera calada de la mañana (que por el extático placer que me daba me había parecido en otro tiempo la prueba más patente de la imposibilidad de dejar de fumar) se había convertido en una serie de toses convulsivas. Únicamente quedaba el hábito, pero éste es siempre una firma estampada bajo la última línea de tu alma.
Norman Mailer, Los tipos duros no bailan

lunes, 5 de enero de 2009

13 de enero: Sexo y drogas en la Costa Este


A partir de la experiencia vivida durante la II Guerra Mundial, Norman Mailer escribió su primera novela, Los desnudos y los muertos, que le dio fama internacional. Convertido, para siempre, en un personaje, se dedicó a remover conciencias: unos pocos datos de su biografía revelan una vida tan provocadora como su obra. Casado seis veces, apuñaló a su segunda mujer con un cortaplumas durante una fiesta, fue arrestado por participar en manifestaciones contra la guerra de Vietnam, aspiró a la alcadía de Nueva York para intentar la secesión de la ciudad como Estado número 51, apoyó hasta lograr su liberación a un asesino condenado, que cometió un nuevo asesinato nada más salir de la cárcel… Mailer vivió sus últimos años en Provincetown, Massachussets, y en ese lugar se ambienta Los tipos duros no bailan:
Sólo recuerdo que caminé hasta el extremo más alejado del pueblo, hasta donde se alza la última casa, justo en el lugar de la playa donde los Padres Peregrinos desembarcaron en América. Sí, porque no fue en Plymouth, no, donde lo hicieron, sino aquí.
¡Cuántas veces me he imaginado la escena! Tras cruzar el Atlántico, la primera tierra que vieron los Peregrinos fueron los farallones de Cape Cod. En esta costa el oleaje, al romper, alcanza con facilidad una altura de tres metros. En los días que no sopla el viento hay un peligro todavía peor: los veleros pueden ser arrastrados por la fuerza de las mareas hasta encallar en los bajíos. En la costa de Cape Cod la causa de los naufragios no son las rocas, sino las arenas movedizas. ¡Qué profundo terror debió de invadir a los Padres Peregrinos al oír el incesante golpeteo del oleaje al romper! ¿Quién osaría acercarse a aquella costa con barcos como los suyos? Viraron al sur, pero el blanco arenal desierto se mostraba implacable: ni seña de una rada. Sólo playa y más playa. Así que pusieron rumbo al norte y, tras un día de navegación, advirtieron que la costa giraba hacia el oeste y seguía curvándose hasta tomar la dirección del sur. ¿Qué sorpresas depararía aquella tierra? Navegaban hacia el este y habían recorrido ya las tres cuartas partes del camino que siguieron antes hacia el norte. ¿Estarían circunnavegando una oreja de mar? Doblaron la punta, y echaron el ancla a su abrigo. Era un puerto natural, tan protegido, ciertamente, como el interior de una oreja humana.
Norman Mailer, Los tipos duros no bailan

Más sobre Mailer en: