lunes, 18 de junio de 2012

Sobre el 8 de mayo: Herman Hesse

(c) Gret Widmann

Sobre la sesión dedicada a Herman Hesse planeó la sombra de la duda: de toda su obra, ¿por qué escoger En el balneario? La novelante que la propuso no estaba allí para aclararlo así que nos quedamos con la intriga y esperamos que algún día nos lo desvele, ¿quizá en un comentario a esta entrada? Dado que no tuvo quien la defendiera, la discusión sobre la lectura del día no se prolongó demasiado: una nueva novelante (¡bienvenida!) se había traído bajo el brazo David Copperfield y pronto abandonamos el Baden de Hesse, Dickens pudo más.

Divertimento
“Es un libro menor para lo que es Hesse, que a mí me parece un escritor muy elegante, muy claro, sus párrafos tienen la extensión justa y sabe argumentar”
“A los 30 años no se hubiera molestado en escribirlo, lo escribió cuando ya había dicho todo lo importante que quería decir”
“Era muy aficionado a ver las cosas desde un punto de vista elevado, de autoconocimiento. Esta obra es, sin embargo, un divertimento”
“Al menos es pulida, al final llega a una comprensión. Después de mejorar físicamente, llega a una situación de conformidad con el mundo, se reconcilia con el balneario”
“El clímax del relato son las molestias que le provoca el holandés que se aloja en la habitación contigua, esto dice mucho más de la psicología del autor que sus reflexiones”
Tortura e inocencia
“Para mí, El lobo estepario es el único de sus libros que ha superado el paso del tiempo
“Es un escritor que impresiona a los adolescentes, les aporta reflexiones para poner orden en su mundo, en su lucha interior”
“Si no lo has leído siendo joven, es que no has tenido una adolescencia torturada”
“Él mismo fue una persona torturada que intentó encontrar la solución a sus problemas. Sus padres habían sido misioneros en la India y en el libro dice que tiene una estatua de Ganesha, en el que cree, y esto me sorprendió porque siempre pensé que su misticismo era esoterista, pero más parece una herencia hindú”
“Viendo cómo le torturaba la superficialidad de los otros pacientes del balneario, me pregunté si hubiera sobrevivido a nuestros tiempos de telebasura y dependencia de las redes sociales. Y me llamó mucho la atención su inocencia, al hablar de los ruidos que hacía el matrimonio de holandeses, ¡pensaba que se refería a otra cosa! Y cuando habla de las postales de los nabos, típicos de Baden… ¡qué risa!”

miércoles, 6 de junio de 2012

12 de junio: Los hombres no lloran


El escritor afgano Atiq Rahimi estará a finales de mes por Madrid concediendo entrevistas para presentar su último libro: Maldito sea Dostoievski, un Crimen y castigo ambientado en el Kabul actual. Unas semanas antes, nosotros habremos comentado Tierra y cenizas. Su primera novela es una denuncia de la guerra afgano-rusa escrita desde el exilio, aunque, en su final, el conflicto acabe trasladándose, inopinadamente, a una esfera mucho más íntima, la paternofilial. El propio escritor la llevó al cine unos años después de publicarla y recibió por aquella película el Premio de la mirada hacia el futuro en el Festival de Cannes 2004.



Ahora mismo, Rahimi está preparando otra película basada en su exitosa novela La piedra de la paciencia, ambientada asimismo en Afganistán y ganadora del premio Goncourt. También ha mostrado sus dotes como fotógrafo con El regreso imaginario, una recopilación de fotografías en las que retrata los escenarios de los que huyó con 22 años y relata el impacto que le causó el regreso a Kabul tras 18 años de exilio en París. Nosotros nos quedamos con la prosa desnuda de resonancias míticas de su Tierra y cenizas:

En medio de una negra nube de polvo, percibes a la mujer de Murad corriendo desnuda delante del camión. Sus cabellos sueltos y mojados vuelan con el viento y dispersan el polvo. Es como si sus cabellos barriesen el aire. Sus blancos pechos danzan graciosamente sobre su busto. Unas gotas de agua, que parecen perlas de rocío, resbalan por su piel hasta el suelo.
La llamas:
—Zaynab, ¡apártate del camión!
Tu voz permanece prisionera del camión. Tu voz no llega al exterior. Resuena en la cabina. Zaynab no se detiene. Quieres incorporarte para bajar la ventanilla y dejar escapar tu voz hacia ella. Pero no tienes fuerzas para moverte. Te sientes pesado. El hatillo rojo te pesa cada vez más sobre las rodillas. Quieres levantarlo y colocarlo a tu lado, pero no tienes fuerzas. Lo desatas. Las manzanas están negras, calcinadas... Manzanas calcinadas. Te ríes para tus adentros. Es una risa amarga. Quieres preguntar la opinión de Shah Mard sobre el misterio de las manzanas calcinadas. En lugar de Shah Mard, está Murad al volante. No puedes evitar gritar. No sabes si es de terror, de sorpresa o de alegría.
Murad no te mira. Sus ojos están clavados en la carretera, en Zaynab. Vuelves a gritar su nombre. Murad no te oye. Puede que él también se haya quedado sordo, como Yasín.
Zaynab sigue corriendo delante del camión. El polvo se deposita lentamente sobre su piel blanca y húmeda. Un velo de polvo negro cubre su cuerpo. Ya no está desnuda.
Los bruscos movimientos del camión sustraen a Zaynab de tu mirada. Zaynab ha desaparecido, y la carretera se sumerge de nuevo en el oscuro polvo.
Atiq Rahimi, Tierra y cenizas

martes, 5 de junio de 2012

Sobre el 10 de abril: Don DeLillo

“La culpa ha sido vuestra por no haberme dejado cambiarlo”: tras intentar infructuosamente que se cambiara la programación para sortear su propia propuesta, solo la novelante que había apostado por Submundo, de Don DeLillo, logró llegar al final de su casi millar de páginas, y a duras penas. El resto no pudo terminarlo a tiempo y nos encontramos con una de esas sesiones en las que todos estuvimos de acuerdo, pero para mal.

Una “obra maestra” anodina
“Me ha sorprendido desagradablemente. El otro libro que había leído suyo, Ruido de fondo, era más corto, la trama tampoco era apasionante, pero se leía bien y había un personaje central interesante. Quiso escribir una obra maestra, algo rompedor, pero el resultado me parece anodino”
“Yo creo que hace buenos retratos y descripciones y se ve bien documentado”
“Sí, tengo la sensación de que la serie Mad Men, en la que lo mejor es la ambientación, se basa en uno de los capítulos del libro, el dedicado al publicista que acaba comprando la pelota a su hijo”
“Pero hay poca continuidad en el relato, falta conexión entre secuencias, cuesta mucho pasar de un capítulo a otro porque no se relacionan entre sí, no crean algo coherente, hay demasiadas anécdotas, se hubiera podido ahorrar algunas, como el parón creativo de Clara Sax, y desarrollar más otras como el episodio del asesino de la autopista, que queda sin concluir”

Narración preactiva y cabos sueltos
“En el estilo me recuerda a La noria, de Luis Romero, porque tampoco ves la hilazón entre las anécdotas”
 “Voluntariamente deja muchos cabos sueltos y es sobre todo por contar la historia yendo para atrás. Yo seguía leyendo pensando que iba a tener un sentido, pero no se levanta el interés”
“Su opción por narrar de atrás adelante es una manera de engañar al lector, creándole falsas expectativas, una estrategia paralela a lo que plantea en la escena de los televisores que pasan el vídeo de la muerte de Kennedy: dar vueltas sobre lo mismo para encontrarle sentido”
“A mí me parece que contarlo así hace que te fijes más en los detalles, en cómo se relacionan los personajes. Y solo por el capítulo 'Max Martin 3', en el que se enfrentan dos tipos tan distintos de padre e hijo, ya vale la pena el libro. También me han gustado mucho las partes que dedica a Hoover y su extraña relación con su ayudante”
“Yo he entendido que parte de una premisa: unir el tratamiento de las basuras en Estados Unidos y la guerra atómica, pero no entiendo que haga esa conexión ni me gustan sus teorizaciones sobre la basura”
“Si al menos siguiera el modelo de Víctor Hugo, en Los miserables cuando describe las alcantarillas de París o el de Tolstoi escogiendo la guerra napoleónica como hilo conductor…”
“He reconocido algunas trazas de su estilo que destaca la crítica, como los diálogos inconexos, de los que al parecer abusa en novelas posteriores, pero me gusta cuando lo emplea en esta. Por ejemplo, sirve para sugerir que algo no va bien en una relación: primero lo sospechas, en una conversación de la pareja en la edad madura, y luego, en capítulos posteriores, cuando son más jóvenes, ves el origen de esa falta de comunicación”

Un manual de literatura moderna
“Lo poco gusta y lo mucho cansa, la buena pluma es innegable, lo veo poético, hay poesía urbana, pero no me llega, el exceso de virtuosismo me cansa”
“Sí, a mí me costó leer el prólogo, porque no tengo ni idea de beisbol, pero al final me dejó boquiabierta, me parece muy poético, muy medido y a la vez emocionante. Sin embargo, en ocasiones lo encuentro muy relamido, como cuando describe obras de arte moderno, me parece tan ridículo como las propias instalaciones que describe admirado”
“A mí me parece pedante y artificial, es demasiado cerebral, echo en falta más sentimiento, visceralidad. Se propuso escribir la gran novela americana sin importarle un carajo el lector y le salió un manual de literatura moderna”