Curiosamente apoya ciertas teorías sociológicas sobre el papel vivificador de las minorías el hecho de que tenga que ser un cristiano proveniente de un pueblecito del Líbano quien revolucione la visión que sobre los musulmanes se tiene en Europa. Y es que Maalouf se atrevió a explicar en francés, y de una manera muy particular, una historia de las cruzadas que aquí se había olvidado. Y tuvo éxito (por suerte, la cultura europea se muestra muy dúctil a la hora de aceptar críticas).
Maalouf no escribe a la manera árabe (y ya discutiremos en la tertulia como escriben los árabes); en realidad, escribe a la europea. En este libro, en concreto, sigue el modelo historiográfico occidental lo cual explica que a veces huya de preciosismos que en literatura se suele permitir. Sin embargo, fijémonos en párrafos como éste:
En las horas críticas de su historia, los ciudadanos de Alepo tienen, desde siempre, la costumbre de hacer corrillos para tratar con animación de los peligros que los acechan. Los notables se reúnen con frecuencia en la mezquita mayor, sentados en las alfombras rojas o en el patio, a la sombra del minarete, que domina las casas de color ocre de la ciudad. Los comerciantes se ven durante el día a lo largo de la antigua avenida de columnatas, construida por los romanos, que cruza Alepo de oeste a este, desde la puerta de Antioquía hasta el barrio prohibido de la Alcazaba donde reside el tenebroso Ridwan. Esta arteria central lleva mucho tiempo cerrada a la circulación de carros y comitivas. La calzada la invaden centenares de puestos en los que se amontonan telas, ámbar o baratijas, dátiles, pistachos o condimentos. Para resguardar a los transeúntes del sol y de la lluvia, la avenida y las calles próximas están enteramente cubiertas por un techo de madera, que forma, en las encrucijadas, altas cúpulas de estuco. En la esquina de las avenidas, sobre todo las que llevan a los zocos de los fabricantes de esteras, de los herreros y de los vendedores de leña, los ciudadanos de Alepo conversan ante los numerosos figones que, en medio de un persistente olor a aceite hirviendo, a carne a la parrilla y a especias, ofrecen comidas a precios módicos: albóndigas de cordero, buñuelos, lentejas. Las familias modestas compran los platos preparados en el zoco; sólo los ricos se permiten el lujo de guisar en sus casas. No lejos de los figones se oye el tintineo característico de los vendedores de «sharab», esas bebidas frescas de fruta concentrada que los frany aprenderán de los árabes en su forma líquida, «jarabe», o helada, «sorbetes».
Amin Maalouf, Las cruzadas vistas por los árabes
Es una descripción sugerente ¿No os parece?
Más sobre Maalouf en:
- Sitio web Amin Maalouf. No es su página oficial, pero tiene la ventaja de estar en castellano. Recoge una breve biografía y numerosa documentación sobre el autor.
- Los internautas preguntan a Amin Maalouf, en El País. Con ocasión de la publicación de su último ensayo, Maalouf habla con los internautas. No se extiende mucho, pero satisface a los fans de Orígenes, pues no descarta escribir una segunda parte de esa novela.
- Historia de las cruzadas, en MGar.net. Junto a contenidos variopintos (historias de piratas, descubrimientos…), esta web recoge un estudio sobre las cruzadas.
- Reseña de Las cruzadas vistas por los árabes, por Guillermo López, en La página definitiva. “La Red está llena de basura: Nosotros somos la prueba”, así se subtitula esta página web, en la que, con un espíritu crítico la mar de festivo, reseñan la novela que comentaremos.
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