domingo, 9 de enero de 2011

Sobre el 14 de diciembre: Albert Camus


Con “la obra de teatro más importante de Camus, la más representada, incluso en la actualidad”, despedimos el año. “Adscrita al ciclo de piezas del absurdo, con El extranjero y El mito de Sísifo”, Calígula fue mimada por Camus (“la empezó en 1937 y fue retocándola con los años”) y elegida por la novelante que la propuso porque le pareció que “daría lugar a debate”. Veámoslo:

¿Loco?
“Leída tiene otro aire, cazas más cosas, en la representación que vi lo que me quedó más claro es la locura de Calígula”
“Resulta más simpático que otros personajes”
“Sí, cuando habla de la luna”
“O en la representación como Venus”
“Pero en todo momento mantiene la lucidez, no es el Calígula de Suetonio”
“Es un personaje poliédrico”
“No lo representa como un loco”
“Estoy de acuerdo, pero creo que Camus se pierde por el camino”

¿Crítica o drama?
“Su idea es criticar la sociedad cómoda, del bienestar”
“Yo no creo que haya crítica social, habla de absolutos”
“Sí, es un drama existencial”
“Aunque hay una crítica de refilón a la moral convencional reflejada en el choque entre los patricios y Calígula”
“Se trata de una pieza que da lugar a muchas interpretaciones”
“Pero el gran tema es la arbitrariedad, el todo vale: para Calígula el hombre vive sin poder ser feliz y finalmente muere, todo es arbitrario”
“Da igual que lo llame la luna o el amor, nada es posible”
“Acude a un silogismo lógico para justificar una ejecución, es la razón llevada a sus últimas consecuencias”
“Asume el nihilismo y pretende extenderlo. Si os fijáis en la obra aparece repetidamente la palabra ‘nada’, desde la primeras líneas, en francés el más sonoro ‘rien”
“Pero es una obra ambigua, fue escrita en varias fases. Aunque la escribió antes, la remató después de la II Guerra Mundial y se nota en las frases finales cuando Calígula viene a decir matar no es el camino, la libertad que yo buscaba no era la correcta…”
“¿Calígula podría llegar a confundirse con Hitler?”
“De ninguna manera, Calígula habla de sí mismo diciendo que no provoca guerras. Tampoco es racista. Lo que quiere es rebelarse contra la propia existencia humana”

La voz de Camus
“Quereas podría considerarse la voz de Camus, un contrapeso ético”
“Representa la réplica frente a Calígula, su valor es replicar, algo muy camusiano: es valeroso quien considera mejor morir que vivir bajo el miedo”
“Se refería a Argelia y España, cómo hay hombres capaces de sacrificar su vida por una idea”
“En la correspondencia con René Char confiesa estar harto de París y sus intelectuales”
“Ante la guerra de Argelia estuvo del lado del Gobierno francés, lo que no aceptó fue la violencia policial. La violencia es lo que nunca aceptó, ni siquiera la de los que lucharon contra los nazis. En la guerra de Argelia se puso del lado del FLN, aunque criticó sus acciones cuando consideró que no eran justas”
“Es una postura que se malentendió y el origen de la pelotera que tuvo con Sartre”
“Las disputas con Sartre eran de otro orden, referentes al comunismo. Según Sartre, quienes no estaban con el comunismo eran perros de la burguesía”
“Sin embargo, a la muerte de Camus, escribió un obituario en el que reconoció todos sus meritos, más allá de las diferencias ideológicas”

7 comentarios:

veletri dijo...

Respecto a la postura de Camus en la guerra de Argelia, él siempre estuvo del lado de los pieds-noirs y contra la independencia, que consideraba hostigada por el socialismo hostil a Occidente e incluso por la URSS, como se explica muy bien en el perfil en inglés -más completo que el español- de Camus en la Wikipedia. Por lo demás, esto no ha sido nunca ningún secreto, y Herbert Lottman lo recoge ampliamente en su biografía de Camus. Nunca estuvo del lado del FLN argelino, de ninguna manera, y argumentó de manera muy extensa el porqué. En su postura influían no sólo razones políticas sino también sentimentales, pues el mismo era un "pied-noir" que veía Argelia como un territorio francés más .Por lo demás, como muy bien señalara en su día el célebre profesor de literatura e historiador palestino afincado en los Estados Unidos, Edward Said, el tratamiento que Camus siempre deparó a la población autóctona argelina fue siempre un poco de segunda categoría. No es sólo que los árabes que aparezcan en "El Extranjero" sean los personajes secundarios de la obra, sino todavía es más sorprendente que en "La Peste" todos los protagonistas y víctimas de la epidemia sean franceses y apenas aparezca ningún árabe, ni siquiera entre las víctimas y eso en una acción que transcurre en la ciudad de Orán. Abundando en los comentarios del propio Edward Said, Faulkner trata mejor en sus novelas a los negros del Sur de los Estados Unidos que Camus a sus árabes. Cierto que en su juventud Camus escribió artículos en los que protestaba contra la discriminación ejercida sobre los árabes, pero estos detalles de su obra no dejan de ser llamativos.
En cuanto a "Caligula", es una demostración de la lucha que Camus mantuvo durante toda su vida no "a favor" del nihilismo, sino contra el mismo, entendiendo la palabra "nihilismo" en el sentido denigrado por Nietzsche; es decir, la rebelión frente a lo existente como opuesta a su gozosa aceptación que para Nietzsche era el auténtico sentido de la existencia humana, si es que tiene alguno. Caligula se pierde justamente por culpa de su nihilismo; no el consistente en negar a los dioses, sino el consistente en no aceptar la existencia humana en su totalidad, más o menos el mismo "pecado" que cometen los protagonistas de "Los justos", otra de sus obras teatrales, o los protagonistas de "Endemoniados", la novela de Dostoievski. En cuanto a Sartre, en realidad tuvo muy serias disputas con el partido comunista francés, nunca militó en el mismo, y es muy difícil encuadrarlo politícamente, aunque sí que estuvo a la izquierda de Camus y le reprochó las posiciones que este mantuvo en "L'homme revolté", de manera que la disputa entre ellos arranca incluso de bastante antes de la guerra de Algeria.

Anónimo dijo...

Camus explicó su postura frente al conflicto argelino con claridad y lucidez. Estas son sus palabras :

“Cuando una idea nos exige sacrificarle una rebelión interior tan completa, es que no funciona. No hay posibilidad de vivir en desacuerdo con uno mismo; eso quiere decir, en este caso, que es imposible resignarse a los métodos del FLN con el pretexto de que los de la represión serán peores. No podemos aceptar una lógica que nos lleve a sacrificar nuestra propia comunidad. La mía, la nuestra, está formada por los no musulmanes de Argelia. Que no nos hablen de franceses, italianos, españoles o judíos. Están los musulmanes, y los otros. Todos saben que es cierto, pero aparentan ignorarlo. Por lo demás se trata de una estupidez, pues, en definitiva, eso sólo demuestra una cosa: la vitalidad y la fuerza de la personalidad musulmana en Argelia, que, por lo que a mí respecta, nunca he subestimado ni despreciado. Al contrario.

Lo que más me irrita en ciertas formas parisinas de protesta contra el colonialismo francés en Argelia es la ridícula y rudimentaria comprensión que suponen. Hay, en efecto, una frivolidad asesina en esa visión de una nación argelina ocupada que intenta liberarse de aquellos a quienes se denominan “ocupantes” porque no son musulmanes, y que tendría, por tanto, derecho a recurrir a todos los medios, incluida la venganza contra los no musulmanes, para obtener la liberación".
(continúa)

Anónimo dijo...

"En Argelia nos encontramos con el problema de hacer justicia a las personas, un problema de reparación espectacular y total para con un pueblo cuya defensa he asumido durante toda mi vida, el pueblo musulmán. Pero, precisamente porque se trata de un problema de justicia y porque el pueblo que tiene derecho a ella no está solo en el territorio que es su patria, los medios de esa justicia se han definir de manera exigente. Todo esto lo diría con menos comodidad a los musulmanes que se sublevan porque han sido humillados durante demasiado tiempo en una época en que París no se interesaba por su suerte. Sin embargo, estoy seguro de que me entendería mejor con un musulmán del FLN que con un intelectual parisino.

Quiero luchar por la justicia. No por la penitencia de los unos y la venganza de los otros. No estoy más dispuesto que antes a resignarme al dictado de la historia. Primero, porque no creo en esa historia; y, segundo, porque es mi deber no creer en ella. No es mi cometido. Y tampoco puede ser el cometido de los intelectuales. ¿Denunciar la tortura? ¿La vergüenza de una represión a menudo bárbara? Usted sabe bien que lo hecho, el menos, tanto como los demás. Pero todos los argumentos invocados por los intelectuales para justificar la violencia contra los civiles inocentes implican la creencia en una violencia justa por parte de la historia. La represión francesa no tiene ninguna justificación, ninguna excusa; y así lo decimos. Pero, si luchamos por la justicia, hay que decir lo mismo sobre los métodos del FLN, que ve en cada francés de Argelia, en cada civil, a un representante del “colonialismo opresor”. En esta tragedia no hay nadie inocente.

Me gustaría plantear una pregunta a los progresistas : ¿cuántos años de presencia en un país se requieren para formar parte de él? Si todos los países son meros productos de conquistas sucesivas y diversas, ¿cuál es el criterio para que una conquista sea justa? La respuesta podría darla un historiador, no un moralista. La conquista árabe se impuso mediante masacres y despotismo. Lo mismo que la francesa. Se puede hablar, sin duda, de una resurrección del mundo árabe, de expansionismo islámico, de sumisión política a las nuevas fuerzas del siglo, pero ¿qué tiene que ver todo esto con la justicia? Además, incluso en este caso, quiero decir, en el caso de la necesaria resignación a la historia, exigiría a los intelectuales que adoptasen el tono de le resignación y no el del fervor militante. Pero son falsos hegelianos: no les basta con que la historia los domine; necesitan que la historia “y sus atropellos” sean justos..."

Anónimo dijo...

"Pero aún voy más lejos: se trata de una postura funesta, incluso políticamente. La única solución para el problema argelino será la que tenga también en cuenta a los franceses de Argelia. Esto forma parte de la historia tanto como todo lo demás. Por ser miembro de la comunidad francesa y dado que la retractación no es mi fuerte, por ser un intelectual decidido a cumplir mi función, por estar, además, seguro de que se trata de algo políticamente eficaz, no quiero apoyar la causa de uno de los dos pueblos de Argelia en detrimento de la causa del otro, y me niego a ello con todas mis fuerzas. “

El legado de Camus es inabarcable, pero válido para el siglo XXI. Lo es, entre otras cosas, por su conciencia de ir en contra el espíritu de la época, denunciar las convenciones burguesas y no caer en el conformismo. Su actitud tiene la fuerza de quien sabe que no existe una verdad dogmática.

Como dice Jean Daniel:"Albert Camus mantuvo una postura justa y pacifista en la crucial encrucijada del conflicto Argelino. Condenó al FLN, pero también a los ocupantes franceses, ..."

PS: Sobre la forma en que Nietzsche concibe el nihilismo de nuestra época y su papel en ella, lo trataré en un próximo comentario. La mención que se hace de este tema en el comentario de Veletri me parece concisa y confusa.

Fin del comentario. (Juanjo)

veletri dijo...

Condenar a todo el mundo por igual, es sabido, es la mejor manera de perpetuar la injusticia. Otra gran tergiversación es decir que se rechazaba a los franceses por no ser musulmanes. Todos sabemos que el problema era muy otro, y se llama colonialismo. No se aclara si la revuelta también contra los franceses en Vietnam, por las mismas fechas, también estaba instigada por un ayatollah, pero cabría suponer que no. De todas formas, mi comentario no se dirigía tanto contra Albert Camus, que tenía todo el derecho del mundo a sus opiniones, como a la visión sesgada de las mismas. En cuanto al comentario sobre Nietzsche, pues lo espero.

veletri dijo...

Bien mirado, estas palabras de Camus sí que podrían merecer algún comentario. Porque plantean algunas cuestiones interesantes; una de ellas el hecho de que Camus reniegue de la concepción de la historia hegeliana, cuando justamente una de las razones de su llamémoslo desencuentro con la comunidad musulmana es su desarrollo personal dentro de las corrientes de pensamiento europeas, que tienen una línea de una clara evolución en el tiempo y la historia. Es decir, su existencialismo no es el mismo de Kierkegaard, aunque en cierto sentido sea um discípulo aventajado de éste. Sólo que Kierkegaard murió justo a tiempo antes de que le atropellara el tren del darwinismo, y Camus nació unas tres generaciones después. Lo que en realidad Camus les reprocha a los musulmanes es esta ausencia de desarrollo histórico, aunque no lo exprese con estas palabras. El hecho de que para tener un Kierkegaard y un Nietzsche -filósofos de reacción y a la defensiva, no lo olvidemos-, primero ha hecho falta tener un Descartes, un Spinoza, un Kant, un Hegel, etc. Por lo demás, cuanto más resalta la irreductibiidad de la comunidad musulmana, más fuerza detrae Camus de sus propios argumentos, ya que entonces se hace cada vez más obvia la necesidad y la conveniencia de separar a ambas comunidades.
Tampoco era del todo cierto que el FLN fuera un movimiento islamista, como Camus parecería implicar por estas palabras, sino que dentro del contexto árabe sería un movimiento secular, algo así como si dijéramos que el PSOE es un partido nacional católico por el mero hecho de que, en efecto, en el militan bastantes católicos. Los auténticos islamistas han ganado elecciones en Algeria pero no se les ha permitido alcanzar el poder. Y por último, la otra objección poderosa contra los argumentos de Camus es de carácter puramente pragmático. ¿Cuál era el sentido de mantener a Argelia como territorio francés contra su voluntad en un siglo en el que incluso un país como Irlanda había obtenido su independencia del Reino Unido y Francia venía de perder una guerra colonial en Indochina?
Por último, Camus presenta un concepto estrafalario, que podríamos llamar "rebelión excesiva". Es decir, cuando alguien persigue una causa con demasiado fanatismo, es prueba de que esa causa "no funciona". ¿Existe una médida para eso al estilo del kilogramo, los decibelios o los watios? ¿Cuál habría sido la cantidad de rebelión "no excesiva" contra HItler? ¿Y contra Stalin? ¿Y contra Genghis Kahn? Yo creo que Camus merecía el Nobel de literatura que ganó, pero si hubiera sido capaz de responder esta pregunta habría merecido también el de la Paz y el de la Física.

Anónimo dijo...

Nietzsche plantea que la alternativa ante el nihilismo es asumirlo o ignorarlo. Y que de nuevo haya alguna vez valores pasa por asumir sin subterfugios el nihilismo. Tal es incluso la única manera de asumir la propia tradición metafísica, pues, la metafísica es nihilismo y el nihilismo es la metafísica. Una vez que la metafísica, a través de su propia historia, ha acabado por hacer efectiva su propia esencia nihilista, una vez que nos hemos quedado sin nada, la verdadera alternativa es: o bien el nihilismo impera sin ser reconocido, y entonces precisamente es más fácil que nunca el hablar de criterios y normas y valores, porque tal charla no dice nada, y se puede estar más seguro que nunca de todo, porque nada compromete a nada, etc., todo lo cual es lo que Nietzsche llama a veces "el último hombre"; o bien se asume el nihilismo como tal, es decir, se prescinde de aquella charla, se sabe y se siente que nada vale nada, lo cual, con todo lo que a ello sea inherente y que está por pensar, es lo que N. llama a veces "el transhombre". Nietzsche presenta el nihilismo como el anuncio de un acontecimiento que, habiendo ocurrido ya y siendo obra nuestra, a la vez todavía no ha llegado a nuestro conocimiento. El acontecimiento en cuestión se formula a veces con la frase "Dios ha muerto", donde "Dios" significa "el ultramundo".

Camus participa de este planteamiento y entiende que es necesario asumir el nihilismo como única manera de llegar al "primer hombre".