Entre Bastidores, "una novela que engancha", "los personajes prometen desde el primer capítulo" (también es cierto que quien lo dijo no había pasado de ahí :) Son los tímidos comentarios con que abrió fuego el frente masculino. Desde luego que estamos ante "una visión diferente a la de un hombre", apuntó uno. Es evidente en ese recordar la II Guerra Mundial desde dentro de las casas, en la importancia que se concede a las pequeñas cosas a lo largo de toda la novela, una novela de objetos. De hecho, mediante pies de página para explicar un reloj, unas viejas fotos, unos botones con forma de flor… se construye esta "antisaga" de mujeres condenadas a vivir la misma insatisfacción, a repetir los mismos errores, comenzando, casi siempre, por "casarse con el hombre equivocado".
El papá de Julia terció en otro sentido, para él, la vida de estas mujeres va a mejor: "Bunty siempre cuida de sus hijas, a su pesar, porque no las quiere, pero las niñas están con ella hasta el final; a diferencia de su madrastra y su abuela, no muere sola, muere junto a sus hijas." Pero desde el frente masculino insisten: "Qué papel tan secundario y desagradable tienen los hombres en esta novela, ¿no?" El frente contrario ataca con armas distintas, el estilo: "Es irónico, mordaz, limpio y bien adjetivado, parece sencillo, pero todo está muy controlado". Y eso que de este libro rebosan historias: "Kate Atkinson es el tipo de escritor que me gusta, generoso, como Ondtaaje. El material de Entre Bastidores da para varias novelas". Algunos escritores han construido toda su carrera con menos.
Aparte del recurso de los pies de página, destaca otro hallazgo en la novela: la narración en primera persona, al estilo Tristam Shandy, que permite seguir a la protagonista, Ruby, desde que la conciben ("¡Existo!"), "pero siempre desde su punto de vista, así que no se sabe la parte de su vida que ella bloquea". Una narración, con trampa, en primera persona y otra complementaria: la saga contada a base de pies de página. Ambas narraciones se entrelazan y el talento derrochado para diferenciarlas en estilo ("Cuando Ruby habla, sabes que es ella") requiere, a cambio, la implicación del lector.
"Lo que pasa es que te metes mucho en las historias, cuesta seguir la novela por los pies de página." Nada que no se compense con un poquito de esfuerzo, en eso estuvimos de acuerdo. Aunque ese mismo punto fuerte de la novela, su complejidad narrativa, junto con el empeño de la autora en introducir elementos de realismo mágico y de inexorabilidad en la trama, lleve a los personajes a extremos, y ahí, lo lamentamos, "se acaba perdiendo credibilidad". El final, una pena acabar con otra nota crítica, es otro punto flaco. Mientras que a lo largo de la novela "no hay puntada sin hilo", en los últimos capítulos se cae en lo fácil, como recurrir a una psicoanalista. Hay impaciencia por terminar, se trata de un final precipitado, parece menos trabajado, "se nota que quiere acabar la novela". Impaciencia de escritor primerizo, la aceptamos, ¿verdad?
1 comentario:
En las tertus estas habrá que andarse con cuidadín; porque la moderadora lleva una grabadora en el bolso y luego pasan tus frases (más o menos inspiradas) a la posteridad bloguera. ;)
Publicar un comentario