miércoles, 7 de marzo de 2012

13 de marzo: La otra guerra


“No se puede contar todo, una vida no se puede desplegar por completo […] Se puede sacudir como una alfombra sucia, pero nadie se alegra si lo hacen en su cara”, afirmó Thomas Bernhard en una entrevista concedida pocos años antes de su muerte. Curiosas declaraciones teniendo en cuenta que es el autor de una de las más reputadas autobiografías del siglo XX. Para quien las recuerda –el escritor Eduardo Escobar–, “Bernhard nos obliga a masticar una sustancia incalificable parecida a la arena […] causa un malestar bien definido más allá del que suscitan las perversiones de su sintaxis plana”.
Complaciente no es el adjetivo que mejor encaja en la obra y estilo de Thomas Bernhard. Hace ya unos años, el Teatre Lliure estrenaba una de sus obras, El hombre de teatro, presentada en esta crónica del programa La Mandragora como una diatriba contra la cultura de la vieja Europa con Lluís Homar como protagonista absoluto:



Tras comentar las de Canetti y Sartre, es el turno de tratar en Novelantes la autobiografía de Thomas Bernhard, en concreto su primer volumen, El origen, que narra la solitaria adolescencia del autor en un Salzburgo de pesadilla bajo las bombas aliadas durante la II Guerra Mundial. Como apunta Jaume Magre en su lectura de la obra, el único momento en que Bernhard parece mostrarse conmovido por Salzburgo es cuando la ciudad, “bajo el frenesí de las bombas durante la guerra […] se muestra desesperada, adquiriendo de ese modo características humanas”.
La fealdad y la degradación, que progresaban rápidamente en esa ciudad no sólo desfigurada por los bombardeos y sus consecuencias sino también transformada por los, al fin y al cabo, millares de fugitivos que caían sobre ella en una ciudad caótica de pies a cabeza, le daban de pronto rasgos humanos, y por eso pude amar realmente con fervor, y amé con fervor, a esa ciudad mía, sólo en esa época, ni antes ni después. Ahora, en la mayor tribulación, esa ciudad era de pronto lo que antes jamás fue: una naturaleza viva, aunque también desesperada, como organismo urbano, el museo de belleza muerto y mentiroso que había sido siempre hasta ese momento de su mayor desesperación se llenó de humanidad, su embrutecimiento petrificado como cuerpo muerto era de repente soportable en su desesperación y falta de esperanza supremas, y yo la amaba así.
Thomas Bernhard, El origen
Más sobre Bernhard en:
  • “El ocaso del comediante”, por Guillem Clua, en El Periódico. Artículo sobre el estreno de Un hombre de teatro en el Teatre Lliure.
  • “Bernhard o el despojamiento”, por Eduardo Escobar, en Revista Universidad de Antioquia. De como Bernhard inspiró la obra de un escritor que ni siquiera lo había leído.
  • “Thomas Bernhard: El artista creado por la ciudad”, por Jaume Magre, en Scriptura. La lectura de El Origen lleva a buscar relaciones entre la ciudad y autores como Baudelaire y Nietzsche, así como una hipotética definición de ciudad en contraposición a la cosmovisión antagónica de pueblo.

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