lunes, 20 de septiembre de 2010

Sobre el 14 de septiembre: Ian McEwan


Las marcas de rotulador fluorescente resultaron insuficientes para argumentar las conclusiones expresadas sobre Sábado, la novela de Ian McEwan a la que hemos consagrado septiembre. Y el caso es que, como se comenta en la entrada anterior, hubo un montón de temas de los que ni llegamos a hablar: “Muy curiosamente no hablamos del partido de squash a pesar del paralelismo que yo creo que tiene con el tema de la manifestación antibélica.”

Aprendiz de neurocirujano
“Al principio me entusiasmó. Las 150 primeras páginas parecen escritas en estado de gracia”
“En la segunda lectura me ha gustado menos, porque ya sabía dónde estaba lo interesante”
“Todo fluye”
“Es sorprendente su dominio de la neurocirugía. Joseph Conrad escribe sobre el mar, pero había sido marino”
“Estuvo dos años presenciando el trabajo de un neurocirujano”
“Sigue el modelo literario de Ulises y Mrs. Dalloway: el relato de un día”
“Es un escritor muy profesional, con mucho oficio, pero no me ha gustado, está bien escrita, pero hay docenas de novelas cada año mejor escritas que no se publican”
Ciencia vs. literatura
“Es una novela de tesis, aporta una visión del mundo, toda la trama está a su servicio para justificarla. Está repleta de mensajes maniqueos. Uno de ellos sería la confrontación ciencia vs. literatura: adaptados y no adaptados a esta sociedad. A los de letras se los presenta como unos amargados”
“El papel de la ciencia me parece similar al de las novelas de ciencia ficción, cómo se emplea para analizar de forma crítica a la sociedad”
“Es significativo que el protagonista tenga una madre con Alzheimer, es una manera de expresar la impotencia de la ciencia”
“En esta novela hay muy pocas cosas casuales”
“La lectura del poema que ablanda a Baxter es lo que más resbala en la novela”
“Resbala desde el punto de vista de la verosimilitud, pero encaja en el plan de la obra”
“Es una apuesta filosófica, se hace un inventario de ideologías fracasadas frente a las que se opone el conocimiento científico: el perfecto burgués va criticando las diversas utopías, todo el libro es una diatriba contra las utopías”
Perowne y la erótica de la propiedad
“Es una novela muy neutral en el lenguaje, pero muy dura en el fondo”
“Retrata un modelo de felicidad que contiene un elemento de propiedad. El nombre del protagonista no es casual: Perowne expresa la erótica de la propiedad, sólo hay que ver cómo habla de su Mercedes S500”
“La familia Perowne reúne todos los conocimientos de la civilización occidental: derecho, ciencia, lírica y música”
“Como sucedió en su día con Shólojov o Mann, McEwan es un escritor del sistema, encarna lo mejor que produce una sociedad”
“Es un escritor de derechas. Las opiniones que expresa en entrevistas son un trasunto de lo que expresa Perowne en la novela”
“La derecha más civilizada y la más peligrosa, más Blair que Thatcher”
“El personaje de Baxter es el engranaje que da cuerda a la novela. Supone introducir la lucha de clases”
“Es el modo de expresar la imposibilidad de sacar a las clases inferiores de su sufrimiento, no podemos eliminarlo, pero sí mitigarlo”

Una jornada de opiniones contundentes frente a las cuales el novelante que propuso la novela planteó “releer en contra de nuestras conclusiones para comprobar que se puede leer de otra manera, de la manera contraria”.

4 comentarios:

MidnightAllDay dijo...

Con lo que me está costando acabar Saturday, ¡¡¡no me pidáis que me la lea luego de otra forma!!! :)

caro dijo...

Bueno, vale, no te la leas por segunda vez, pero... ¿a qué conclusiones has llegado en la primera vuelta? Igual coinciden más con las mías, o quizá no. A mí esa primera lectura no me costó, me encantó leer sin enterarme de lo que estaba leyendo.

MidnightAllDay dijo...

Me espero a acabarla para hablar; pero me dio pereza empezar y me está costando seguir.

Anónimo dijo...

Es verdad que no gano para rotuladores; pero hay tonos, por ejemplo, las novelas de Stieg Larsson las rotulo con color café con leche para recomendarle post-morten que no tome tanta cafeina, las novelas de Miss Virginia las rotulo con un gris cenizo y plomizo, la de Mc Ewan hubiera debido rotularla de azul imperial, y la del Kafka japonés con un amarillo juguetón mezclado con color crema gato.
Veletri